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lunes, 1 de noviembre de 2010

1 de noviembre

Limpio las cenizas que dejan las llamas de mi conciencia con duchas de agua fría, de las ruinas que se esfumaron cuando me desplomé junto a ti. Siento el ardor del odio como me corroe por dentro y como lento y paulatinamente se desplaza por mis entrañas. Lo elimino, lo retiro con dosis de templanza y vigor. Solo atino en mi interior el dolor de un destino incierto. Solo tengo mucho amor que dar y pocas personas a quien ofrecérselo. Solo pocas se lo merecen en el globo. Te quedas absorto con la cantidad de gente que hay y los pocos que viven de esto.  Evolucionamos en sentido contrario. Menuda paradoja, no?
Hemos progresado positivamente en tecnologia, pero hasta hoy en dia, no se ha creado la fórmula para acabar con el hambre y matar el odio que surge de las guerras. Las máquinas nos han vuelto hostiles, fríos como témpanos. Hemos progresado mucho en tecnologia si, pero nuestra mentalidad sigue igual o peor que siglos atrás. Somos los autralopithecus del siglo 21, los homo-consumistas recien llegados de la cuarta esfera.
Hay que cerrarse, hay que ser conservadores, para qué avanzar?
Para eso ya están las máquinas que avanzan por si solas! Menuda contradicción, de los que viven ahí arriba y salen cuando el sol les amarga y no les compalce sentir el peso de esa carga.